Si os sentáis a echar un ojo en una estación o en un aeropuerto, seguramente, entre libros, tablets y smartphone, empecéis a divisar manitas que sujetan lápices y bolis y que escriben postales y cuadernos. Igual hasta os encontráis celofanes y tubos de pegamentos, tijeras y papelotes varios.
Como buena diógenes recicladora, mis billetes y tickets terminan formando parte de la decoración de mi casa, como os enseñé en esta mesa.
Para mí los cuadernos grandes de viaje tienen dos pegas, una es que al final el cuaderno en la mochila pesa. Yo soy de esas que a lo largo del viaje termina tirando bragas, calcetines, camisetas raídas y todo lo que pueda aligerar, así que el cuaderno en la mochila no me enamora.
Y por otro lado, parece que un cuaderno pide que le desde comer, con buenas reflexiones y mucho que contar. Para mí no hay mejor viaje que el que tiene mil millones de cosas que contar, pero muy poco tiempo para plasmarlo, porque significa que ando liada con algo.
Así que cuando el otro día en Venecia, Silvia, una de las guest del hostal donde curro, sacó su diario de viajes, sentí amor viajero. Era una libretita enana, en la que solo caben unas palabritas o una escenita por hoja.
Mi compi Francis se encargó de ir por la libretita (1.50€ en Muji) y Silvia de rellenar la primera página de mi diario.
Yo he puesto la norma de solo una cara por día, anotando fecha y lugar y el nombre de la persona que escribe, si no soy yo misma. Un dibujo, un grupo de palabras, una canción, algo que resuma el día y que al leerlo, te haga recordar dónde estabas y qué pasaba.
Tengo pendiente pintar la primera hojita de un diario que viajará a Bari en un par de semanas y pienso comprar uno para mis sobris, veremos lo que dura XDD
Y vosotros, ¿tenéis diario de viajes? ¿En qué formato guardáis vuestros recuerdos?
Que idea más bonita, la copio !!!!!
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