Me encanta ese debate entre la integración de la tecnología en el ocio y la adicción. Podríamos encontrar tantos argumentos a favor, como en contra, para defender cualquiera de las dos posiciones, que es lo que hace que sea un tema tan interesante.
Lo primero, es que seguimos tratando de forma diferente a según qué tipos de tecnología.
¿Qué diferencia hay, entre una persona que hablaba por teléfono, durante una hora en los 90, con su prima, a la señora que hoy cotillea Facebook?
Ambas tienen una finalidad social y suponen una inversión de tiempo.
¿Qué diferencia hay entre empalmar "Qué tiempo tan feliz" con el telediario y lo que venga, y ser consumidor de plataformas como Netflix?
Hay casas donde la televisión se enciende en modo compañía, para tener algo de fondo, sin la tele encendida a la casa le falta algo ¿Qué lo diferencia del hábito de llevar siempre el teléfono encima?
Me refiero. en términos de dependencia, de comunicación y de tiempo empleado, tratamos fatal a las redes sociales y a los móviles, cuando en casa la tendencia se mantiene aunque no haya smartphone de por medio.
Es verdad que cuando salimos de casa no sacamos la televisión. ¿O sí? Según la Asociación para la investigación de medios de comunicación, sigue creciendo el consumo de televisión a través del móvil y de las tablet. Hacemos el mismo uso del tiempo y del contenido, ver algo, pero en distinto soporte.
Esa sería otra característica, tenemos la sensación de que la adicción a la tecnología es algo nuevo y no es así. Yo nací en los 80, de pequeña me compraba una revista que se llamaba Hobby consolas, me lo pasaba muy bien con el "Príncipe de Persia", ojo, en pc. Ya vendían la maquinita para jugar al Tetris y antes ya existían los Spectrum y las máquinas de arcade. Después llegó la serpiente de los nokia, el farmville, candy crush...
La dependencia no obedece solo a la posibilidad de acceso a las tecnologías. He pasado horas acompañada de Mario Bros y de Sony, he jugado partidas imaginarias de Tetris, cuando al apagar la pantalla, había jugado tanto que seguía visualizando los ladrillos. Mis amigos han llegado a llevarse un ordenador de vacaciones, para recoger las cosechas en sus granjas virtuales, yo he vivido periodos más intensos con mis Sims que con mi propia vida y durante una época, he combinado más caramelos que cuando iba al colegio.
Ahora mismo tengo consolas en el cajón y tiempo libre de sobra, y sin embargo, debe hacer más de medio año que no juego absolutamente a nada. ¿Empezar a jugar a algo me convertiría en adicta?, ¿o simplemente sería una forma de pasar el rato?
Creo que es fácil encontrar la diferencia, si de forma reiterada renunciamos a otras actividades, para ganar tiempo que emplear en ese "tecno algo" es que somos adictos. Pero adictos, ¿a qué? ¿es malo?
He renunciado a horas de calle, coca colas, cine y varios, para verme en un par de semanas tres temporadas de una misma serie. Me considero adicta totalmente y me preocupa exactamente cero.
He dormido menos durante un periodo y probablemente haya estado más ausente, sin embargo, me ha proporcionado placer (mucho y muy loco, ¡vuelve GOT!) Mi adicción no era a la televisión, o al smartphone o al ordenador, mi adicción era a la serie.
Algo temporal y limitado. Sin motivos para la preocupación.
Otra cosa es que te dediques a criar un hijo virtual y dejes morir al real, es un caso chino real.
Claro ejemplo que demuestra que tú no estás tan enganchado como pensabas.
Nos fustigamos por encima de las posibilidades. Por ejemplo, ya no tengo Facebook, pero sigo twitteando la mitad de los programas de tv que más me gustan, porque me divierto mucho, y me parece que es un "evento social", online, pero en compañía.
Claro que sería ideal que los niños estuvieran todo el día jugando en la calle, y que al llegar a casa solo pintaran y crearan, y bailaran y aprendieran jugando, pero vamos a ser realistas, no les vamos a matar si ven un rato la "patrulla canina". Y si mientras haces algo que necesitas hacer, se ven tranquilamente un vídeo en Youtube, pues mira, el mundo real tiene sus cosas.
No sé cómo sería vuestra infancia, pero a mí los "Diminutos", "Fraggle Rock", etc, me hicieron pensar en la posibilidad de construcciones secretas y pasadizos. Maya me hizo descubrir que, probablemente, siempre haya un amigo "pringaete" que te ayude cuando la estés liando, y otras cosas varias. A mi edad pinto, coso, leo, salgo y le he dedicado unas cuántas horas al juego, más de una de madrugada, sin que se me haya frito el cerebro.
Paz, la inercia de socializar no nos la quitarían ni con una lobotomía global.
Otra cosa es que para socializar, paséis por la necesidad de aceptación de vuestra imagen "virtual" en las redes, ese es otro intenso cantar, con sus grados y sus debates, como todo.
Os dejo con cuatro minutos de corto animado, de un niño "pegado" a sus videojuegos y su desperada madre.
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