Internet es un infierno para dos cosas, buscar recetas y buscar enfermedades, demasiada información.
Así que después del batiburrillo de posibilidades, aquí tenéis la que yo he considerado la receta de toda la vida de la carne de membrillo. Al lío:
Ingredientes: membrillos, azúcar, un limón.
1. Compráis membrillos y con un estropajo le quitáis los pelillos a la piel.
2. Quitáis las pepitas y el corazón y lo troceáis. A mí toda la vida me han dicho eso de que la piel de la fruta es buenísima, así que yo no los he pelado. Cuanto más chiquitines cortéis los trozos, más pronto se cuecen.
3. Pesáis los membrillos una vez hecha la escabechina (pepitas, etc. fuera).
4. Bien, llega la parte divertida, hay que cocer los membrillos. Si os pasáis con el agua después se os quedará más como una compota que como carne membrillo. Yo le he echado el zumo del limón + un par de deditos de agua, porque al cocerse prácticamente se deshacen (momento en el que sabréis que está listo) y luego es más difícil quitar agua si sobra.
5. Pasáis por la batidora la mezcla. A mí me gusta muy fina y sin tropezones, pero va al gusto. Si veis que se os queda muy densa y la batidora no pasa, añadir agua muy poquito a poco para no pasaros.
6. ¿Os acordáis lo que pesaban los membrillos limpios? Pues pesad la misma cantidad de azúcar.
7. Volvéis a poner el membrillo al fuego y vais añadiendo el azúcar. Removed como si no hubiera mañana, o poned el fuego bajo, porque el membrillo cuando hace chup chup salta MUCHO y quema UN EGG.
8. Cuando el membrillo esté más doradito, también traducible por cuando estéis hartos de mover, ¡listo! Al recipiente y una vez frío, a la nevera. ¡Buen trabajo!
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