Igual os pensabais que iba a hablar solo de que Ferrero me había invitado a la exposición "Carmen en la colecciones españolas", sin hablaros de los bombones. CHOCOLATE, ¿estamos locos?
Soy tan chocolatera que hablar mal de un producto que contenga chocolate, me parece casi una blasfemia, pero cuando hay algo que está bueno, todo lo contrario, hay que decirlo.
De hecho creo que Ferrero es de las marcas que mejor trabaja la separación entre la cobertura y el interior del bombón, tanto en los que tienen ese exterior crujiente, que todos tenemos presente en Ferrero Rocher, a los que tienen cobertura completa de chocolate.
Aunque haya una variedad tremendamente chocolatera (Rondnoir) y aunque mi adicción al café sea públicamente conocida, me he enamorado de la versión blanca. Que el chocolate blanco haya desbancado al negro en mi casa, es inaudito.
Podría deciros que el Cappuccino es perfecto si no sois adictos al dulce y os gustan las notas amargas, porque en algún momento casi parece que se mastican pepitas de café. O que al morder el Rondnoir notaréis caer el chocolate. Pero además de daros unas ganas tremendas de comer chocolate, ni de lejos os daría una descripción comparable.
A mí un bombón bueno siempre me causa un dilema, nunca sé si comérmelo de una sola vez, o si comérmelo despacito, en dos bocados, disfrutándolo un poco más.
Afortunadamente ya he superado el comérmelos todos de un tirón, así pues, me voy a la despensa :)
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