Los sitios abandonados son encantadoramente inquietantes, seguramente por las dudas que crean sobre el origen de su decrepitud.
Colegios en los que queda material escolar y pizarras pintadas, o casas en las que los dueños nunca han vuelto a entrar.
Hace diez años, en Italia, terminamos en una zona residencial de vacaciones totalmente abandonada. Las casas seguían teniendo de todo: juguetes, platos, latas de comida... No me llevé ni un alfiler.
Y mi padre me contaba hace años también, que en el rodaje de 99.9 iban de avanzadilla preparando la decoración. Les tocó rodar en una institución mental abandonada, de esas de pintadas en las paredes e informes mentales abandonados por el suelo. Creo que hay sitios donde no pisaría si no es acompañada por un grupo inmenso de gente.
Me imagino que la mayoría tendrá detrás una historia económica de lo más corriente, pero no saberlo con certeza da lugar a dejar volar la imaginación completamente, y en Instagram hay una colección impresionante.
Cuentas como Lost_places_dresden o 3300urban, Opustenamista entre otras, recogen muchas de estas escenas del abandono urbano.
Daros un paseo por el hashtag #urbandonment porque merece la pena.
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