No soy muy amiga de Iberia, la semana pasada pagamos un vuelo con una tarjeta de débito que por sus santos cojo*** se transformaba en crédito y nos hizo pagar 17 euritos de más.
Pero han hecho alucinar a mi sobrina y eso mola mucho.
Sí, sí, ya sé que parece que hace un siglo que pasamos página, pero esta batallita os la cuento.
Cuando empezó la Navidad mi madre respondió a esta iniciativa en la que Los Reyes Magos, al recibir tu carta y ayudando a Filipinas, te mandaban una respuesta. (Tenéis la campaña aquí)
Recibir una carta a día de hoy que no sea comercial o una factura es un tesoro, eso mi sobrina con tres años no lo sabe. Pero sí sabe quienes son los Reyes Magos. Además no le ha escrito uno de los tres Reyes cualquiera, le ha escrito su favorito. Beata lei que distingue más allá de Baltasar y los otros dos. Y además, como son mágicos también conocían su ciudad y el nombre de su mejor amigo.
Hace mucho que la ilusión navideña no pasa por mi casa. Tampoco me produce ningún problema, simplemente se pasan las Navidades y ya está. Pero este año casi lloro en la cabalgata. Cuando vi la cara de emoción que ponía cuando empezó el desfile y cómo miraba todo... cuquismos a flor de piel.
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