No soy muy de contar estas cosas, pero cuando sea una yaya digital seguro que me gustará reencontrarme con la historia.
En fin... después de demasiado tiempo sin vernos, y habiendo pasado solo unos días juntos, nos tocaba el papelón de esperar un avión que salía a las siete y media de la tarde.
Y ahí estaba la línea del control de pasaportes, ese punto que una vez cruzado, ya no da pie a más besos ni más abrazos...
En cada curva de la fila me paraba y le buscaba, en cada curva se me caía un lagrimón y le pedía que se fuera y en cada curva seguía estando allí diciéndome adiós.
En cada curva pensé en darme la vuelta para darle otro beso, pero ¿cuando vuelves a la fila?
Y en cada curva más y más gente llegaba haciendo que fuera casi imposible encontrarnos con la mirada.
Al final pasé el control, dudo que mi cara se pareciera a la foto sonriente de mi pasaporte, me giré, nos encontramos, y desde muy lejos conseguimos decirnos adiós.
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