Música y realidad social.



Es muy difícil escoger una sola canción, porque son muchas las canciones que durante años me persiguen y persigo. Sin embargo, tras una larga batalla mental, ¡tengo un temazo! Para muchos será desconocida, otros la habréis escuchado en el Cd "Entre todas la mujeres" de Sabina, para los que no la conozcáis: 

Adriana Varela. Con la frente marchita.

Sentados en corro
merendábamos besos y porros
Y las horas pasaban deprisa
entre el humo y la risa.
Te morías por volver
"Con la frente marchita"
cantaba Gardel
Y entre citas de Borges,
Evita bailaba con Freud.
Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.
Iba cada domingo
a tu puesto del Rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita del mar Andaluz
quise yo enamorarte,
pero tu no querías más amor
que el del Río de la Plata.
Duró la tormenta hasta entrados
los años ochenta.
Luego, el sol fue secando la ropa
de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor
que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.
"Mándame una postal de San Telmo, adiós, cuídate!"
Y sonó entre tu y yo el silbato del tren...
Iba cada domingo
a tu puesto del Rastro a comprarte
monigotes de miga de pan, caballitos de lata
Con agüita del mar Andaluz
quise yo enamorarte,
pero tu no querías más amor
que el del Río de la Plata.
Aquellas banderas de la patria
de la primavera,
a decirme que existe el olvido,
esta noche han venido.
Te sentaba tan bien,
esa boina calada al estilo del "Che".
Buenos Aires es como contabas,
hoy fui a pasear
y al llegar
a la Plaza de Mayo me dio
por llorar y me puse a gritar:
"Donde estás?"
Y no volví más
a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo:
"No consigo olvidarte,
ojalá que estuvieras conmigo en el Río de La Plata".
Y no volví más

a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.

Todas las canciones tienen un significado. Mi psicóloga siempre dice que la mejor forma de no superar una ruptura es escuchando esas canciones que tanto nos deprimen y nos recuerdan a ella o a él.

Cuando una canción es capaz de provocarnos sentimientos es porque al escucharla evocamos una vivencia dentro de un contexto.

En mi caso esta canción la conocí en Italia durante mi Erasmus en Florencia.

Escucharla es recordar aquellas tardes alegres en compañía de esas personitas que se conocen y que lejos de tu ciudad acaban siendo tu familia.

Pero no es solo por ello, que esta canción sea importante para mi, son muchos los motivos, estrofa a estrofa me emociono y canto, hasta que como una loca bailo este medio tango por mi salón.

Dentro de lo meramente musical, la melodía es nostálgica, pero cargada de fuerza, para mi suena como un árbol que se agita de derecha a izquierda en un día de viento, como el oleaje que va tranquilo y vuelve con fuerza rompiendo en las rocas. Como algo bello.

Una belleza que se imprime en la música pero también en la letra, una belleza visual al imaginar Argentina, Evita, la primavera, el Río de la plata.

El recuerdo de momentos alegres, momentos bellos, momentos en los que las horas pasaban deprisa, porros, risas.

Pero sin duda, lo más importante de esta canción es que estrofa a estrofa me hace sentir. Si tras leer el comentario captáis el movimiento de los árboles o conseguir imaginar aquello que os cuento, será, que lo he explicado bien.

Sentados en corro merendábamos besos y porros
Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa

Imaginaros una tarde rodeados de esas personas que os hacen reír,esas personas que son imprescindibles, tumbados en el suelo con cojines, hablando de cualquier cosa, con olor a hachís, con el humo envolviendo la sala.

Te morías por volver "Con la frente marchita" cantaba Gardel
Y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud.

Imaginaos que seguís allí sentados, y Evita baila con Freud, un ambiente en el que todo es posible, en el que la realidad y la ensoñación, la risa y la divagación bailan de la mano y aquella persona que está a vuestro lado y juega con vuestro pelo, sueña con marcharse y regresar al lugar del que hace tiempo salió.

Ya llovió, desde aquel chaparrón hasta hoy
Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tu no querías más amor que el del Río de la Plata.
Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta.
Luego, el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.

Lo que le impedía volver se solucionó y es posible que nunca más juegue con tu pelo. Todo aquello que hiciste para retenerle, todas las visitas para sólo verle, no han llegado a nada. Su sueño era volver y mi sueño era él.

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió

Y se fue, pero yo conseguí que durante un tiempo jugara con mi pelo.

"Mándame una postal de San Telmo, adiós, cuídate!"
-Y sonó entre tu y yo el silbato del tren...

Y en realidad así nos despedimos en la estación, mientras él con su gorro blanco y naranja se asomaba a la ventanilla, un día después de mi cumpleaños,con su bufanda y las manos fuera de la ventanilla de aquel viejo tren, mientras yo cumplía mi promesa de no llorar y agitando una pancarta que sujetábamos entre todos, sabiendo que aquella postal, aquellas promesas de cd, cartas.... nunca llegarían. Sabiendo que aquel silbato era el final de la historia.

Aquellas banderas de la patria de la primavera,
a decirme que existe el olvido, esta noche han venido.
Te sentaba tan bien, esa boina calada al estilo del "Che".
Buenos Aires es como contabas,
hoy fui a pasear,y al llegar
a la Plaza de Mayo me dio por llorar
y me puse a gritar: "Donde estás?"

Y también a él le sentaba tan bien aquella gorra calada al estilo del Che que usó en una de las fiestas de disfraces, de las muchas que hicimos.

Y también yo, cuando llegó la primavera, me sentí sola y miraba aquellas plazas por las que habíamos paseado juntos, hablando de aquellos lugares que habíamos conocido y aquellos lugares sonde nos volveríamos a ver, y paseando por la Piazza della Republica, me senté y no grité, pero si le escribí algo que nunca le he entregado. Sintiéndome sola en una plaza llena de músicos y público.

Y no volví más a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo:"No consigo olvidarte,
ojalá que estuvieras conmigo en el Río de La Plata".

Y pasó el tiempo y dejé de buscarle, y dejé de llamarle, y dejó de mandarme mensajes diciendo que aquello que nosotros vivimos fue un paraíso. Y no volví más porque entendí que lo que nos unía, sólo nos podía unir en aquel momento y en aquel lugar, que el mejor final para esa historia era recordar las tardes de humos y risas, mientas filosofeábamos envueltos en humo de porros y velas.

Pero no es sólo identificarme con la canción, no es sólo recordar un amor pasajero y pasado, después de un tiempo en el que no concebía Florencia sin él, el resto de mis personitas seguían allí, el Duomo seguía allí, las tardes de merienda seguían allí, y lo más importante, me di cuenta de que lo único que había cambiado en esa ciudad es que había una persona menos que se marchó porque quiso y que yo, después de muchas noches de terapia a base de película, golosinas y achuchones seguía en aquella ciudad preciosa rodeada de amigos.

Es una canción que me une al pasado a un momento crucial de mi vida.

A una ciudad, a unos amigos que aún hoy siguen siéndolo, por eso el vaivén de la melodía me recuerda a las idas y venidas para vernos, para recordar nuestras risas, nuestras locuras.

El rastro, estando en Italia, me recordaba a Madrid, a mi tío con su negocio de almoneda en pleno Rastro de Cascorro, rodeado de gente que vende lo impensable, ese resquicio del Madrid antiguo, donde la gente pasea los días de sol.

Que se fuera secando la ropa de la vieja Europa me recuerda que todo pasa, que todo se seca.

Se seca el amor, pero también se secan las heridas, y la nostalgia queda como un recuerdo que a veces nos hace gritar cuando aún están húmedas las vestiduras y nos hace reír, cuando nuestra colada está perfectamente seca.

Una canción que me recuerda la libertad vivida ese año, libertad que también refleja la canción.

Un ambiente tranquilo, de risas, de paseos por el rastro, de primaveras.

Pero cuando canto, hay una frase que me hace desgañitarme:

"No hay nostalgia peor, que añorar, lo que nunca, jamás, sucedió."

Y mientras me dejo la garganta y mis vecinos piensan que estoy medio loca, sonrío porque hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, pero yo cuando se escapa el tren, espero el metro y acabo llegando a mi estación.

Y fin, espero que después de hacer publica mi vida sentimental, por lo menos, os guste la canción.


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